¿Qué hay que saber sobre los complementos alimenticios?
- Raúl Rojas I.
- 18 jul 2017
- 4 Min. de lectura

La Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) dedica uno de sus informes al consumidor a tratar los complementos alimenticios (también llamados “suplementos dietéticos”). El informe empieza así: “Usted debe haber oído hablar de ellos, probablemente los ha utilizado e, incluso, puede haberse referido a ellos con sus familiares y amigos, pero, en realidad…¿qué sabe usted sobre los suplementos alimenticios? Sí, algunos pueden ser beneficiosos para su salud, pero también pueden acarrear riesgos”.
Y es que hace un tiempo la web de la “CNN” publicó una noticia donde se recalcaba que entre 2007 y mediados de abril de 2012 la Dirección de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (la FDA para entendernos) recibió más de 6.300 notificaciones que informaban de reacciones adversas vinculadas al consumo de suplementos alimenticios (apartado en el que se incluían vitaminas y hierbas) que acabaron saldándose, decía la noticia, con la friolera de 115 muertes y más de 2.100 hospitalizaciones. Al parecer, muchos consumidores pensaban que los suplementos eran seguros porque utilizaban la palabra “naturales”, cuando en realidad no lo eran todos.
En concreto, los suplementos para la práctica del fisioculturismo y los destinados a mejorar el desempeño sexual y perder peso suelen ser los más temibles. La FDA, con la que empezábamos este artículo, también puso de relieve que productos como la hierba de San Juan no advierten que es susceptible de reducir la efectividad de las pastillas anticonceptivas y de los anticoagulantes.
Es más, en el penúltimo párrafo de esta noticia se decía algo que debería ser un aviso para navegantes: “no se ha mostrado que ningún suplemento cure una enfermedad importante”…
Por su parte, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) en su entrada “Complementos alimenticios” recoge que estos “no pueden sustituir a una dieta equilibrada” y que “una dieta variada y rica en frutas y verduras puede aportar todos los nutrientes (vitaminas y minerales) que necesitas”.
Tomando como premisa la recomendación de la FDA de que “antes de tomar decisiones sobre si debe tomar o no un suplemento, consulte a su proveedor de servicios de salud y/o a su nutricionista; ellos pueden ayudarlo a lograr un equilibrio entre los alimentos y los nutrientes que usted necesita personalmente”, recogemos otras consideraciones de estos organismos para ayudarte a tener una primera opinión informada sobre el consumo de suplementos alimenticios.
Según los define AESAN, “los complementos alimenticios son productos alimenticios consistentes en fuentes concentradas de nutrientes que se presentan con la finalidad de complementar la ingesta de tales nutrientes en la dieta normal, ya que aunque en circunstancias normales una dieta adecuada y equilibrada proporciona todos los nutrientes necesarios para el normal desarrollo y mantenimiento de un organismo sano, las investigaciones realizadas demuestran que esta situación ideal no se da en la práctica para todos los nutrientes, ni para todos los grupos de población”.
¿De qué están hechos? Según recuerda la agencia española de seguridad alimentaria en otro post “los complementos alimenticios, se definen en la Directiva 2002/46/CE del Parlamento Europeo (transpuesta a nuestro ordenamiento jurídico por el Real Decreto 1487/2009) como “los productos alimenticios cuyo fin sea complementar la dieta normal y consistentes en fuentes concentradas de nutrientes o de otras sustancias que tengan un efecto nutricional o fisiológico, en forma simple o combinada, comercializados en forma dosificada, es decir cápsulas, pastillas, tabletas, píldoras y otras formas similares, bolsitas de polvos, ampollas de líquido, botellas con cuentagotas y otras formas similares de líquidos y polvos que deben tomarse en pequeñas cantidades unitarias”
Algunos suplementos alimenticios comunes, según el listado de la FDA, son: acidófilos, equinácea, fibea, jengibre, glocosamina, minerales, ácidos grasos omega 3, hierba de San Juan, palmito silvestre, vitaminas.
¿Qué beneficios tienen? La FDA manifiesta: “algunos suplementos pueden ayudar a garantizar que tengamos un consumo adecuado de nutrientes esenciales; otros, pueden ayudar a reducir el riesgo de contraer enfermedades” para insistir en que “no obstante, los suplementos no deberían reemplazar la variedad de alimentos que son importantes en una dieta saludable. Entonces, asegúrese de consumir dicha variedad de alimentos también”.
Asimismo, la FDA afirma taxativamente que “a diferencia de los medicamentos, el objetivo de los suplementos no es el de tratar, diagnosticar, prevenir ni curar enfermedades” por lo cual los suplementos no deben hacer afirmaciones tales como “reduce el dolor de la artritis” ni “sirve para el tratamiento de las enfermedades cardíacas”. Las afirmaciones de ese tipo están reservadas para los medicamentos “y no para los suplementos”.
¿Cuáles son sus riesgos? La FDA también es categórica en este punto: “sí, muchos suplementos contienen ingredientes activos que producen fuertes efectos biológicos en el cuerpo. Esto podría volverlos peligrosos en algunas situaciones y podrían perjudicar o complicar su salud. Por ejemplo, las siguientes acciones podrían traer consecuencias nocivas para su salud e, incluso, amenazar su vida: combinar suplementos; usar suplementos con medicamentos (ya sean recetados o no), reemplazar medicamentos recetados por el médiuco por suplementos; excederse en la cantidad de algunos suplementos, como vitamina A, vitamina D y hierro”.
En el mismo sentido, la FDA asegura que “algunos suplementos también pueden producir efectos indeseados antes, durante y después de una cirugía”, así que, llegado el caso, asegúrate de informar a tu médico, incluso al farmacéutico, sobre cualquier suplemento que estés tomando, especialmente antes de someterte a una cirugía.
¿Qué debería hacer una consumidora o un consumidor inteligente? He aquí la respuesta que da la FDA a la pregunta que ella misma formula:
Si algo suena demasiado bueno para ser verdad, por lo general, es que no es verdad.
* Ten cuidado con afirmaciones falsas como:
-Una “cura para todo” rápida y eficaz.
-Sirve para tratar o curar enfermedades.
-“Totalmente seguro” o “no produce efectos secundarios”.
Ten en cuenta que el término “natural” no siempre es sinónimo de “seguro”.
* No asumas que aunque es posible que un producto no te ayude, al menos no te hará daño, porque es posible que sí lo haga.
* Cuando busques suplementos en internet, visita páginas webs de organizaciones respetadas, en lugar de hacer búsquedas a ciegas, ya que puedes salir malparada o malparado.
*Pide ayuda a un profesional sanitario acreditado para separar el grano de la paja, esto es, la información fiable de la dudosa.
Y recuerda….¡la seguridad siempre es lo primero!
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